lunes, 6 de septiembre de 2010

EL LEÓN TATO


 Hace algún tiempo existía un león llamado Tato que había quedado huérfano luego de que sus padres fueron asesinados por cazadores furtivos. A sus 10 años decidió irse al Amazonas a rescatar a su hermana perdida, pensando que había sido secuestrada por ellos, sin saber que también fue víctima de dicho acto ilegal.
Fue para él muy difícil llegar  hasta allí porque él vivía en México, un país bastante lejano del cual nunca llegaría a pie, así que le pidió a su amigo Carlomagno que le regalara unos cuantos redbull, pues tenía que salir de dicho país, porque tenía nexos con el narcotráfico procedentes de fallidos tratos de su padre ya fallecido. De repente unos micos ladrones se robaron los redbull, así que Tatico se conformó con acetaminofén + codeína para emprender su viaje. Ya en la frontera entre México y Bélice, entró en una red de tráfico de personas al ser engañado por un perro gigante. Se vendió por casi 3 años por unos cuantos panes con cocacola y durante todo ese tiempo se sintió un pobre más olvidado por Dios.
Una noche llegó un elefante de tres patas de aspecto frívolo, a su lugar de trabajo, quien deseó que le cepillaran su dentadura, pues ya tenía una película de caries y en sus adyacentes unas cuantas leucoplaquias. En el preciso momento en que Tato le iba a cepillar y quitar dicha molestia, llegó un grupo representativo de la  ley, conformado por  una manada de hipopótamos. Sin embargo, esto no distrajo al elefante, y como su dolor era insoportable, decidió sacarse el diente por sus propios medios (el cual ya se encontraba en un estado avanzado de putrefacción). Entonces, un hipopótamo muy hambriento se comió dicho objeto en descomposición y le causó una enfermedad ulcerosa péptica, por lo que consultó a la doctora Cabrera, quien empezó por realizarle una gran historia clínica, por medio de la cual llegó a la conclusión de que esta úlcera era causada no por el diente, sino porque el hipopótamo tenía problemas de alcohol, resultado del estrés que le causaba la profesión. En ese momento, llegaron unas gatas llamadas Las Vagabundas, éstas cogieron al elefante policía, y con él probaron todas y cada una de las habilidades que habían aprendido de sus maestros felinos en la infancia. Finalmente, luego de ocho horas de una hora contienda entre las mininas y el gran mamífero, este último murió.
Con el paso de los días el león se había quedado calvo pues había quedado en la inmunda pobreza y también le había dado VIA (virus de inmunodeficiencia animal). Al ver su estado crítico de salud, decidió irse a morir a la sombra de un árbol. A dicho lugar llegó un pingüino sacerdote enviado por Dios. Este le dijo: “¡Mirá parcero, relajáte y moríte ya!” El león duró unos minutos agonizando y murió; llegó al cielo donde le abrieron las dichosas puertas, recuperó su salud y su pelo, y por fin pudo conseguir la paz y felicidad que siempre anheló.
Fin